LA VIOLENCIA EXPRESIVA DEL COLOR

José Manuel Velasco se confiesa decidido admirador, sino seguidor, de los expresionistas. Esto es manifiestamente observable en el conjunto de su obra. La fuerza de la materia, que trabaja en amplias capas de empaste que configuran sugerentes texturas, y el uso violento del color y el gesto relacionan de una manera más que directa su obra con la de aquellos primeros expresionistas que- como escribía Hermann Bahr (1916)-pedían gritando su alma; un sólo grito de angustia….también el arte grita en las tinieblas, pide socorro e invoca al espíritu: es el expresionismo.

Pero por otra parte, la obra de Velasco participa de una más reciente revaloración de la pintura. El artista, alejado de cantos de sirena virtuales, se dedica a proyectar sobre el lienzo su percepción del mundo que le rodea. Mundo no solamente material, sino que se implica también en lo emocional, lo sentimental: lo espiritual. Y es en esta experiencia emocional de la realidad, su realidad, la que traslada a través de inacentuado cromatismo a sus lienzos. Pintura como desencadenante de la fuerza de sus sentimientos sobre el soporte de sus telas. En cierta manera José Manuel Velasco está conectado con la poética del expresionismo abstracto, en tanto que denota un gran interés en la exploración de las posibilidades formales y expresivas de la materia, como instrumento, como vía por lo que habrá de fluir su subjetividad expresiva.

Aunque en su obra siempre está presente la figura, esta sólo es un pretexto para desencadenar una tormenta expresiva de color y de materia. Color y materia conforman un binomio extremadamente definitorio en la obra de esta artista cordobés. El color se manifiesta de forma estridente en la superficie del cuadro. Una superficie plagada de protuberancias orográficas generadas por la distribución de la materia pictórica en base a una vehemente gestualidad que conforma una particular textura de sugestivas cualidades táctiles que definen indubitadamente la obra. Esta emoción intensa responde a una visión de la naturaleza como un elemento generador de dinámicos y continuos flujos vitales. Es esta concepción vital de su vida y su obra la que se desangra en cada uno de los recovecos de sus cuadros. El empleo de una paleta cromática de tonos cálidos-rojos, amarillos- y fríos –azules y verdes- acentúa la violencia de las imágenes como forma de manifestación directa de lo verdaderamente importante, de lo profundo. Por que es esto lo que importa, el fondo: la inmoderada pasión interior.

Al modo de Kandinsky, lo importante es la emoción interior capaz a su vez de producir unas reapuesta también emocional en el espectador. La expresión como interpretación de la sensación. La materia como cauce de explicitación de lo inmaterial, de lo espiritual, de lo anímico, en fin del apasionado mundo interior del artista. Concluyendo podríamos coincidir con Kirchner –en el Manifiesto Expresionista de Die Brücke- que José Manuel Velasco como todo aquel que con sinceridad y autenticidad expresa lo que lleva a la creación es de los nuestros.



José María Luna Aguilar