JOSÉ MANUEL VELASCO, FUERZA VITAL

Sorprendente exposición la de José Manuel Velasco. Sorprende por su calidad, por su madurez y por su belleza. En ella el pintor muestra un auténtico alarde de imaginación, de sensibilidad y de inteligencia. Su pintura, mediata, acariciada, soñada largo tiempo, expresa sobre el lienzo su difícil y gozosa espontaneidad. Una espontaneidad que nada tiene que ver con la improvisación frívola, sino que es fruto del rigor, de la exigencia y de la vitalidad de un hombre que desde hace mucho tiempo viene siendo ejemplo de lucha y afán de superación.

Velasco pertenece a ese conjunto de pintores andaluces, finos, exquisitos, sensuales, en cuya obra, materia, forma y color están tratados con pasión y afán de perfección. No solo se recrea en la forma, sino en el fondo, y su síntesis no se limita a un simple perfeccionismo externo. Su temática es trágica y, a la par, brillante.

Su mundo plástico, rico en sugerencias poéticas y connotaciones de una realidad visualizada alma adentro, ha sido cardenalizado por afinidad y expresado vivencialmente a lo largo de toda su obra, pero especialmente en su etapa más reciente.

Velasco –no es descubrimiento nuevo- pertenece a esa élite o gruò de artistas plásticos que trae acentos nuevos a la pintura. Un artista, que, sin ataduras, ha seguido evolucionando sin apartarse de su gestualidad personalísima, asumiendo día a día su realidad íntima que, en cada etapa, ha ido expresando con la misma vitalidad de siempre, pero con más libertad y sutileza.

La pintura de Velasco es una fuerza vital que se manifiesta en el cuadro como surtidores de luz, torbellinos de color, espacios anhelantes, una inmensa palpitación de la materia pictórica que se eleva de todo continente formal y que ignora los límites.

Por el dramatismo y la fuerza que irradian muchas de sus obras, no cabe duda de que la pintura de Velasco es heredera de la mejor tradición pictórica española.



J.A. García Luján


Ex-Vicerrector de la Universidad de Córdoba